Más allá del aprendizaje musical que, indudablemente, facilita el canto coral, así como del objetivo y misión artístico-estética de cualquier proyecto coral, me propongo en este breve artículo reflexionar acerca de esos otros beneficios no tan evidentes y no tan tangibles de la experiencia coral, pero sin embargo tanto o más importantes muchas veces que el resultado del concierto público coral. Lo voy a hacer desde el punto de vista de la musicoterapia. El origen de la música cantada, curiosamente, no es estético, sino más bien con objetivos más terapéuticos y educativos, como el fortalecimiento de los vínculos entre la madre y el bebé (nanas), la cohesión social y fortalecimiento del grupo (cantos y danzas tribales), como expresión del alma (el Ethos en la Grecia antigua), para alabar y glorificar a Dios (salmos, proverbios, cantares del pueblo judeocristiano) e incluso en ritos y procesos mágico-curativos. La Federación Mundial de Musicoterapia (WFMT) en el año 2011, define a esta c...