Más allá del aprendizaje musical que, indudablemente, facilita el canto coral, así como del objetivo y misión artístico-estética de cualquier proyecto coral, me propongo en este breve artículo reflexionar acerca de esos otros beneficios no tan evidentes y no tan tangibles de la experiencia coral, pero sin embargo tanto o más importantes muchas veces que el resultado del concierto público coral. Lo voy a hacer desde el punto de vista de la musicoterapia. El origen de la música cantada, curiosamente, no es estético, sino más bien con objetivos más terapéuticos y educativos, como el fortalecimiento de los vínculos entre la madre y el bebé (nanas), la cohesión social y fortalecimiento del grupo (cantos y danzas tribales), como expresión del alma (el Ethos en la Grecia antigua), para alabar y glorificar a Dios (salmos, proverbios, cantares del pueblo judeocristiano) e incluso en ritos y procesos mágico-curativos.
La Federación Mundial de Musicoterapia (WFMT) en el año 2011, define a esta como "el uso profesional de la música y sus elementos como una intervención en ambientes médicos, educativos y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades, buscando optimizar su calidad de vida y mejorar su salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual y su bienestar". Desde esta definición se comprende, que la musicoterapia es mucho más que sólo aplicación en entornos clínicos, y es mucho más que sólo terapia o bienestar a través de los sonidos y las frecuencias (que esto en realidad es sonoterapia). Bien, hecha esta breve introducción, veamos lo que aporta la práctica regular de la música coral, bien guiada y dirigida (por una buena dirección y una dirección también buena) poniendo el acento no sólo en la experiencia y calidad estética, sino a la vez o de modo complementario en la experiencia y calidad humana y humanizadora para los intérpretes vocales o coralistas:
1. La
música coral, en primer lugar, es una experiencia sonora en la que la
propia voz, junto con el resto de las voces, resuena en nuestro
interior, produce por tanto vibraciones y sensaciones agradables dentro
de cada cual, que ayudan a nuestro organismo a relajarse, a serenarse y a
recuperar el ritmo biológico que, en el ajetreo y ritmo de vida que
llevamos, se ve alterado. Ayuda a disminuir el cortisol (hormona del estrés) y a estimular las endorfinas, dopamina, serotonina y oxitocina (hormonas del bienestar, la felicidad, confianza y motivación). Es por tanto una experiencia sanadora y revitalizadora.
2. En segundo lugar, el trabajo coral, desde un punto de vista más fisiológico, mejora nuestra capacidad de respiración y de fonación
(emisión de la voz), contribuyendo con ello a una mejora de la salud
respiratoria y vocal en general. Todo el trabajo previo que se hace en
el coro, basado en vocalizaciones, respiración, uso del diafragma,
resonadores, implica adquirir una serie de herramientas y hábitos que
con el tiempo mejoran nuestra capacidad pulmonar, respiratoria, auditiva
y fonadora, en el sentido de hablar y cantar correctamente evitando
hacernos daño en las cuerdas vocales.
3. En tercer lugar, la experiencia coral es una actividad social de encuentro con otros,
de compartir un rato juntos en torno a la música, de trabajar en equipo
en torno a un objetivo común, de sincronía de tareas y movimientos, de
emocionarse juntos en los momentos previos al concierto, durante el
concierto y después del concierto. Como tal, considero que es uno de los
mejores remedios contra la soledad no deseada, sobre todo en esos casos
en que alguno de los miembros de la coral vive sólo/a en su hogar
(jubilación, viudedad, etc.), o experimenta la soledad con más
frecuencia en su vida.
4. En cuarto lugar, la experiencia coral ayuda a los coralistas en su
propósito personal y compartido
con otros, dado que las piezas corales implican una forma de
comunicación musical estética y artística que produce bienestar y placer
en el público (felicidad vicaria del artista), que ayuda a mantener y
transmitir la cultura y las diversas culturas, así como la transmisión
de mensajes y valores humanos que pueden contener las propias canciones
del repertorio, cuando es elegido y seleccionado con este fin, como es
el caso de
Coral FUNDERETICA.
5. Y
en quinto lugar, determinados pasajes musicales de las obras corales,
cuando están bien trabajados desde la escucha coral de todas las voces
(atención plena y contemplación auditiva), bien dirigidos desde la
experiencia estética y musical, con delicadeza y arte, también afinación
y expresividad adecuada, son capaces de crear en los participantes
(coralistas) experiencias emocionales y de saboreo intenso que facilitan el acercamiento a la espiritualidad (aún no tratándose específicamente de obras de temática religioso-espiritual) y la felicidad.
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César García-Rincón de Castro. Doctor en Sociología, Licenciado
en Sociología y Trabajador Social. Músico, cantante y compositor.
Técnico Profesional en Musicoterapia. Director artístico de la
Coral FUNDERETICA.